Los temores a una recesión mundial se imponen en el parqué neoyorquino, ante la incertidumbre de unos inversores que no encuentran otra salida más que deshacer posiciones en la renta variable estadounidense. Las caídas parecen no tener suelo y, tras el batacazo de ayer, el rebote se torna improbable en los principales mercados internacionales. Ni el descenso del precio del crudo ni los esfuerzos de Washington por calmar la actual situación financiera logran tranquilizar a los operadores, que además hoy deben enfrentarse al descenso en el beneficio de uno de los gigantes industriales del país, General Electric.
Con este panorama de fondo, y tras perder ayer más de un 7,80%, el índice Dow Jones cede un 3,20% a pocos minutos del inicio de la sesión regular, hasta los 8.323 puntos, mientras que el S&P 500 pierde un 3,31% hasta los 882 enteros. Por su parte, el tecnológico Nasdaq 100 tampoco se libra de la incertidumbre de los inversores y pierde en la preapertura un 1,57% hasta los 1.252 puntos.
La sangría bursátil ha hecho que el Dow Jones pierda un 20,1% en las siete últimas sesiones, una cifra que se amplía a cerca del 40% si se toma de referencia sus máximos del pasado 10 de octubre de 2007 en 14.164 puntos.
Ni siquiera el nuevo descenso del precio del petróleo logra calmar los ánimos del mercado. En el mercado electrónico de futuros, el barril tipo West Texas cotiza ya en mínimos de un año, por debajo de los 81,62 dólares, con pérdidas de 4,97 dólares respecto a la jornada de ayer. La Agencia Internacional de la Energía ha vuelto a rebajar sus previsiones de demanda internacional.
El futuro económico preocupa, y mucho, a unos inversores que aún intentan digerir las últimas publicaciones de analistas, en las que se asegura que EEUU podría garantizar el 100% de los depósitos bancarios y los préstamos interbancarios, al igual que ya han hecho algunos países en Europa. Ahora habrá que esperar al inicio de la reunión que esta noche mantendrá el G7 en Washington, para ver si se toman nuevas medidas a la crisis.
En el apartado macroeconómico, los inversores han recibido ya las cifras de déficit comercial del mes de agosto, que se situó en los 59.140 millones de dólares, ligeramente por encima de las previsiones de los analistas que apuntaban a los 58.800 millones. Los precios a la importación cayeron en septiembre un 3%, dos décimas más de lo esperado, aunque el dato anual muestra una subida del 14,5%, frente al 12,2% previsto.
General Electric también podría convertirse en un gran obstáculo para el rebote en Wall Street. El gigante industrial pierde un 3,25% a pocos minutos de la apertura, tras anunciar un descenso en sus beneficios del 12% hasta los 4.310 millones de dólares o 43 centavos por acción, justo en el mínimo anticipado por la compañía hace unos meses.
Sin embargo, sigue siendo el sector financiero el centro de las preocupaciones del parqué neoyorquino. Tras el desplome de ayer, hoy las compañías del sector cotizan en números rojos antes de la apertura. JPM Morgan y Merrill Lynch registran pérdidas superiores al 3% en la preapertura, mientras que la aseguradora AIG cede un 9,75%, a pesar de conocerse ayer que podría recibir una nueva inyección de capital por parte de la Fed.
Ni siquiera Citigroup se libra de las caídas y su cotización pierde un 6,55%, tras anunciar el punto y final de las negociaciones que había mantenido con Wells Fargo para repartirse Wachovia. El primer banco del país por activos, que no retirará su oferta formalmente hasta que Wells Fargo consume la suya, aseguró ayer que continuará exigiendo daños por la operación, pero que no pedirá que se bloquee la venta. Citi interpuso una demanda en que reclama 60.000 millones de dólares (44.465 millones de euros) a Wells Fargo por su acuerdo de fusión con Wachovia.
Con este panorama, las grandes potencias económicas del mundo se enfrentan el viernes a una gran presión para hallar la forma de revivir al sistema bancario, y terminar con las ventas por pánico que se extienden por las bolsas globales entre temores a una recesión económica.
Los responsables de política financiera del Grupo de los Siete (G7), formado por las naciones más industrializadas, se reúnen en Washington después de que ni rescates, ni inyecciones de liquidez, ni rebajas de las tasas de interés en todo el mundo hayan logrado que los fondos vuelvan a fluir.
En un intento por descongelar el préstamo bancario y las fuertes pérdidas en los mercados de renta variable, el Gobierno de Estados Unidos está considerando garantizar miles de millones de dólares de deuda bancaria y asegurar temporalmente todos los depósitos bancarios, según el Wall Street Journal.
Las bolsas europeas mostraban el viernes caídas de alrededor del 7 por ciento, mientras que los mercados asiáticos cerraron la jornada con perdidas similares, destacándose el descenso de más del 9 por ciento registrado en Tokio.
"Esto es pánico", dijo Takashi Ushio, jefe de estrategia de inversiones de Marusan Securities en Tokio.
La crisis se cobró su primera víctima en el sector financiero de Japón, cuando Yamato Life Insurance Co. se presentó en quiebra con una deuda de 2.700 millones de dólares. El Gobierno estudiaba asistir a los bancos mas pequeños.
Una crisis que comenzó con el colapso del mercado de viviendas en Estados Unidos ha destruido a los prestamistas desde Wall Street hasta Finlandia. Gran parte del mundo industrializado está al borde de la recesión y la gente tiene miedo de perder sus ahorros y sus empleos.
Las autoridades estadounidenses aprobaron la semana pasada un paquete de rescate financiero de 700.000 millones de dólares, y los principales bancos centrales del mundo recortaron en forma coordinada el miércoles las tasas de interés.
Sin embargo, los mercados de crédito continuan con un profundo desarreglo. Con los bancos desesperados por protegrer el capital, el costo de los préstamos interbancarios se disparó.
Las tasas interbancarias a tres meses para préstamos de dólares han tocado su máximo nivel del año.
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